Hace más de 25 años que Pablo Cortondo experimenta con la imagen. Transitó el video, el diseño, las artes visuales y hasta su modalidad textual, la poesía. También atravesó los umbrales de disciplinas como el teatro, la danza, la música o la performance. Siempre, relata, encontró un mismo fenómeno paradojal: el espacio, el tiempo, el modo de significarlo, su subjetividad, la posibilidad de desconocer a sus “otros”. Al hacer algo, explica, intenta ocupar, habitar, construir un nuevo espacio o, al menos, alterar mediante la experiencia eso que en apariencia cree conocer. Se establece una tensión entre lo que el azar arrima, la razón desgaja, la intuición ordena. “Y al ser ritual ese proceso, al repetirse una y otra vez, produce cascadas de sentidos, multiplicidad de efectos y afectos, vínculos nuevos con materialidades distintas”, apunta Cortondo. “No se trata “nada más- que de un problema formal. Podría decir que para ver algo, hay que dejar de ver. En ese momento dejo de pertenecerme “me desujeto- y mi límite se desliza. En flotación, construyo y me voy construyendo. Irrumpe un nuevo otro, aquel que me permite dialogar con lo que todavía no soy, lo acallado, lo oculto, lo que simplemente se escurre y por ello transcurre”, agrega. “El hecho artístico es un modo de pensar que involucra todos mis sentidos. Es esencialmente un acto corporal, una afirmación efímera -como todo acto- de nuestro devenir”, reflexiona. “No he hablado de soportes, materialidades más dignas que otras: todo es susceptible de ser significado. Para el artista el abismo reside en la infinita posibilidad, en esa divergencia radical que el panorama plantea. Quizás el arte, en vez de desaparecer en el mercado, revele una nueva ética”.
Algunos de sus últimos trabajos forman parte de la serie titulada “Súper Yo” y se expusieron en San Martín de los Andes en 2009, en la muestra Amasalamasa. Allí Cortondo jugó con su autobiografía y, al mismo tiempo, aludió a paradigmas contemporáneos. “Me interesa cuestionar o reflexionar sobre la función de la obra, sobre la institución que en sí misma se erige, sobre los circuitos de distribución y consumo. El panorama contemporáneo de las artes visuales es muy complejo y los protagonistas múltiples. El mercado, la crítica, las labores curatoriales, los nuevos discursos que la institución hace circular, son una fuente inagotable para poder situar el hacer de cada artista”, dice. Y finaliza. La palabra y la obra de Pablo Cortondo. Intertextualizadas. –