Bariloche 2010, 17 de junio. La ciudad junto al gran lago inmóvil intenta despabilarse y el país entero se levanta temprano: Argentina, esa mañana, juega con Corea del Sur en el Mundial de Sudáfrica. La Selección ganó 4 a 1. Antes, un rato antes, en los arrabales de la ciudad turística, en el Alto, la situación de un pibe de 15 años que estaba en la calle en plena madrugada terminó con su muerte. El balazo partió de un arma policial. El chico murió en el acto. El policía está detenido, procesado por homicidio. Las protestas no se hicieron esperar, llegaron hasta el centro de la ciudad con imagen de postal perfecta. Hubo dos muertes más, que aún se investigan. La protesta y los excesos suelen ser dialécticos. Bariloche no fue la excepción. La ciudad invisible, como diría Italo Calvino, se hizo evidente. Pero porque existe, porque está allí. La arquitecta Elina Concilio explicaba en el número anterior de AIRE (refiriéndose a un concepto más amplio y no a esta situación en particular), que “la ciudad plasma la sociedad. Es la sociedad construida. Nada es casual”. En este sentido, Bariloche “que con sus particularidades participa de las bondades y las desdichas comunes a todo el país- todavía debe pensar en cómo hacer cada día una ciudad más justa, más equilibrada, más razonable en muchos aspectos.
Mientras todo ocurre, mientras los acontecimientos suceden, alguien registra. El reportero gráfico barilochense Alfredo “Chino” Leiva estaba allí, en la calle, atento. La imagen no requiere del más mínimo comentario. Tiene la misma fuerza conceptual que un moderno tratado de sociología. Sólo hay que agregar que con esta fotografía, el “Chino” Leiva obtuvo el primer premio en la categoría “Actualidad” en el concurso de fotoperiodismo que todos los años organiza el diario Clarín.