Los caminantes de la multifacética Bariloche cuentan con una nueva opción en Burgundy Café & Wine Bar. Ubicado en el Alpenglow Boutique Hotel, tiene una carta y un estilo que aparecen como inseparables. La estética es minimalista, agradable. La cocina es natural, casera y descontracturada, todo lo que implica un sándwich de jamón crudo, rúcula y pesto de tomates deshidratados o un lenguado a la plancha con vegetales al wok, por ejemplo. Bárbara Sieling cuenta de qué se trata.
Una ciudad siempre supone una idea amplia, cosmopolita y hasta decididamente poética. Bariloche cumple más que formalmente con estos requisitos y como tantas otras, jamás es igual a sí misma. El río de Heráclito la modifica constantemente. Las cenizas de junio no impidieron (ni impedirán) que el ciclo de los hacedores continúe su curso. Y no todas las génesis son bíblicas ni venden Inglaterra por una libra ni son exageradas ni descomunalmente extraordinarias. Algunos orígenes son simplemente buenísimas ideas llevadas a la práctica con talento, imaginación, buen gusto y trabajo, todo matizado con el énfasis indispensable. No es poco.
De las cenizas, precisamente, surgió la posibilidad del Burgundy Café & Wine Bar, que abrió el pasado 1 º de julio. Está ubicado dentro del Alpenglow Boutique Hotel, en la calle Libertad 195, a menos de una cuadra del Centro Cívico. Como todas las cosas de este mundo, el café tiene una historia, comenzando por su propio nombre, que es la denominación, en inglés, de la región de Borgoña, ubicada en los Alpes franceses, que se relaciona directamente con el nombre del hotel, “Alpenglow”, palabra que define un efecto óptico que se caracteriza por un brillo rojizo que se produce en las cumbres de las montañas antes del amanecer o luego de la puesta del sol. Bárbara Sieling, su propietaria, también es la encargada de contar el resto.
La hipótesis que supone estar en el momento y en el instante oportunos comenzó a comprobarse una vez más: a su amiga paula, dueña del alpenglow, se le ocurrió que ella era la indicada.
“Ya está “me dijo una mañana-. Estoy segura: tenés que poner un café en el hotel”. Una vez superada la sorpresa, todo empezó a cobrar forma. “Debo reconocer que la idea al principio no me convencía. Desde la adolescencia y luego de vivir en Villa La Angostura, tenía una idea más bucólica: poner una casa de té en el bosque. Pero la realidad es que este proyecto, más urbano, tiene más que ver conmigo ahora”, recuerda Sieling, quien tiene una biografía familiar y profesional bien relacionada con el universo de la gastronomía: sus padres son excelentes cocineros, lo mismo que sus dos abuelas (“la italiana y la alemana”) y su mamá tiene actualmente una empresa de catering en Buenos Aires. “Allí trabajé y aprendí mucho. Además estudie hotelería y restaurateur. También yo, desde hace algún tiempo, manejo mi propia empresa de catering, con la que preparo comidas para grupos de entre 20 y 30 personas, que es lo que más me gusta”, anota Bárbara. Ella misma define a su cocina como “sin pretensiones y descontracturada”, un concepto tan simple como inteligente y oportuno; al mismo tiempo admite influencias de “todo tipo”: “Los platos son ricos y naturales, como los que cualquiera comería en lo de una tía o una abuela que cocina muy bien”, explica.
En la carta de Burgundy Café & Wine Bar es posible encontrar ensaladas, sándwiches gourmet (“como el de jamón crudo, rúcula y pesto de tomates deshidratados”), Quiche Lorraine o soufflé de queso, entre otras opciones: “De lunes a viernes ofrecemos nuestro plato del día, que respeta un ingrediente cada día de la semana: lunes, pastas; martes, pollo; miércoles, carne; jueves, plato vegetariano y viernes “casual”, con preparaciones más informales, sin un elemento preponderante en particular. Más allá de estas previsiones, los platos también dependen bastante del “antojo” de la cocinera…Por ejemplo, crepes de pollo al puerro con salsa de champignones, milanesitas de peceto con papas al romero, goulash con spaetzle o lenguado a la plancha con vegetales al wok”.
La estética del lugar, moderna, ofrece un ambiente agradable. Con un estilo cercano al minimalismo, se transforma en indispensable a la hora de disfrutar de los placeres de un buen bocado. Las sillas y los sillones son de tela, especialmente diseñados, la acústica es acorde y la música suave, sin estridencias. El conjunto es sugestivo. Hay también un living con capacidad para una decena de personas, ideal para pequeños encuentros sociales o reuniones de trabajo. Ese es el ámbito en el que todo sucede.
Bárbara reflexiona en voz alta. Cada época y cada intento tienen sus pautas culturales, sus planteos filosóficos, sus peticiones de principios. Ella misma, Bariloche y Burgundy Café & Wine Bar no constituyen, gracias a los nómades dioses patagónicos, una excepción: “Afortunadamente cada vez hay más conciencia con respecto a la importancia de lo que nos llevamos a la boca. Por eso trato de usar semillas, que están presentes en muchos de los platos, cereales y verduras. Tenemos algunos snacks como la copa saludable, que es de un yogurt artesanal de un productor local, con salsa de frutos del bosque, granola hecha en casa y una fruta, que puede ser frutilla, manzana verde o kiwi, ideal para media mañana o para reemplazar una comida. Uso la mayor cantidad de ingredientes naturales posibles y las ensaladas salen sutilmente aderezadas de la cocina: cada una tiene el dressing que le queda bien. Y al momento de “pecar”, que valga la pena. Un florentino chiquito pero potente, con almendras, cáscara de naranjas y chocolate amargo. Si es chiquito, pasa desapercibido…”
Al Burgundy lo destacan sus delicadezas gastronómicas y su atención sumamente personalizada, detalle éste último que también se percibe en el hotel, que cuenta sólo con once habitaciones. En el café están Bárbara, sus hijos y Anita, “mi mano derecha”. Todo, de alguna manera, se relaciona y está condicionado por la atención, la calidad y el face to face de lo que se brinda.
Los sábados y domingos Burgundy ofrece un brunch autoservicio a partir de las 11 de la mañana, con reserva. Se trata de una tentadora mesa con brioches, medialunas, scons, dulces caseros, budines, pan casero, fiambres, huevos revueltos, distintas delicadezas dulces, yogurt, granola casera o distintas ensaladas, jugos naturales, bebidas sin alcohol, café o té. “Una de las características que tengo en cuenta al momento de la elaboración es la calidad y las variables de la materia prima. Las recetas de mi abuela dicen hasta la marca de manteca que hay que usar, por ejemplo. Y la idea es siempre ofrecer alguna sorpresa: el dulce que va con el café, la sopa los días de lluvia o un tentempié de pan negro con leberwurst”, afirma Bárbara.
Burgundy Café & Wine Bar, una nueva posibilidad para una ciudad que cambia constantemente. Enjoy. –
Burgundy Café & Wine Bar
Alpenglow Boutique Hotel.
Libertad 195, Bariloche, Río Negro.
Reservas: (02944) 15206087.
Abierto de lunes a sábado de 8 a 20 horas. Domingos, de 8 a 13 horas.
Precios especiales para residentes.