La inmensidad del mar patagónico y sus inhóspitas playas de arenas blancas invitan a conectar con su naturaleza salvaje en un bike trip grupal por las costas del Atlántico sur. Un viaje que combina la actividad física con un concepto espiritual y sustentable, con momentos de conexión con el entorno natural y gastronomía de autor. El avistaje de fauna en su hábitat natural, el contacto con la cultura local y la contribución con la conservación de las playas son algunos de los highlights de esta experiencia de descubrimiento.
COMPARTIR / SHARE
El circuito
Una sucesión de playas de arenas blancas, bahías y acantilados se transforma en un espectacular paisaje costero que se une con el corazón de la estepa. Allí, el mar, ese paño azul profundo, a veces calmo, otras veces inquieto, es el marco para una aventura en dos ruedas por uno de los rincones menos explorados de la Patagonia argentina: la Ruta Azul, en el litoral de la provincia de Chubut.
Los caminos y senderos que atraviesan la estepa nos llevarán a rincones prístinos y solitarios, para descubrir su belleza y conectar con la cultura local.
Bahía Bustamente Lodge es la primera parada y, también, el primer refugio, durante la travesía. Se encuentra en una estancia histórica rodeada de naturaleza que fue fundada durante la década de 1950. Antiguamente, funcionó como un establecimiento dedicado a la recolección de algas marinas. A mediados del siglo XX, más de 400 algueros, junto a sus familias, vivieron en Bahía Bustamente, donde se conformó un pequeño “pueblo” con una escuela, una iglesia, una proveeduría y un club para sus habitantes. Hoy, la estadía en el Lodge permite conocer la vida de los pioneros en este remoto sitio de la Patagonia y disfrutar también de un viaje al pasado.
El primer bike ride nos llevará a descubrir las inmediaciones de nuestro alojamiento por caminos internos para maravillarnos con las playas, acantilados y cañadones. El sonido del viento y la inmensidad del Atlántico nos acompañarán en cada pedaleada.
La segunda jornada ofrece la oportunidad de adentrarse en la estancia para descubrir el hábitat natural de distintas especies: maras, piches, guanacos y choiques, además de lobos marinos, pingüinos y otras aves costeras. El camino nos llevará hasta un bosque petrificado de 60 millones de años. Los paisajes circundantes no pararán de sorprendernos: piletones naturales, vistas al mar abierto, playas escondidas, cañadones y hasta un antiguo faro.
Camarones, un pueblo auténtico a orillas del mar, es la siguiente parada en nuestro viaje. La localidad, con apenas 1800 habitantes, tiene playas de arena gruesa, caletas ocultas y gran biodiversidad. Además del turismo, sus principales actividades son la pesca y la ganadería. En el pueblo todavía se pueden apreciar viviendas construidas en 1900, y que aún hoy conservan sus funciones originales, como la “Casa Rabal”, el primer almacén de ramos generales. Luego de recorrer sus calles y disfrutar de su típica gastronomía de mar, el bike ride parte rumbo a Cabo Raso por la Ruta Provincial 1. Se trata de una carretera escénica que recorre más de 450 kilómetros a lo largo de espectaculares paisajes costeros que resultan de procesos geológicos particulares de la región. Este territorio se extiende en una de las zonas con mayor biodiversidad del mar argentino, con más de 60 islas y bahías protegidas que son sitios de alimentación, reproducción y nidificación para numerosas especies de aves y mamíferos marinos. El destino es Cabo Raso, un paraje histórico y paraíso de surfistas. Solitario y salvaje, este refugio natural ofrece playas de canto rodado y naturaleza en estado puro. Allí, los riders disfrutarán de todas las comodidades que ofrece un glamping en formato sustentable, con servicio de lujo y chef privado.
Las primeras luces del amanecer marcan el inicio de una nueva jornada y, también, la partida hacia un nuevo destino. El grupo se traslada en vehículos 4×4 hasta Península Valdés, sitio de reproducción y cría al que llegan cientos de ballenas francas australes cada año, declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es, además, el hogar de elefantes y lobos marinos, pingüinos de Magallanes, orcas y cientos de especies de aves y mamíferos terrestres. Este sitio es, sin dudas, uno de los mejores lugares del mundo para la observación de fauna salvaje. Un recorrido en bicicleta por sus playas nos introducirá en este increíble entorno que, posteriormente, limpiaremos para contribuir con la comunidad local y el cuidado del planeta. Será un día orientado a conectar con la conciencia ambiental y con prácticas de bienestar, como yoga, Wim Hof o Temascal. Por la tarde, llegará el turno de disfrutar de las bondades del glamping en una locación inmejorable: el cabo de Punta Delgada en el extremo sudeste en la Península Valdés. En esta zona se encuentra el Faro Punta Delgada que data de 1904, aún en funcionamiento y que hoy es patrimonio histórico nacional. La sensación de paz que ofrece este lugar brinda el marco ideal para disfrutar del lujo de lo simple, a partir de una experiencia única e íntima, donde se puede sentir una conexión real con un entorno inexplorado, a través de la autenticidad, la privacidad y la originalidad.
El último tramo del viaje nos llevará hasta Puerto Pirámides, una localidad de 500 habitantes, considerado el mejor destino de avistaje de ballenas en Península Valdés. El bike ride final nos dará la oportunidad de despedirnos de la Patagonia y su encanto, su belleza salvaje y natural, sus paisajes solitarios, su fauna silvestre en libertad y el mar siempre azul.
Detalles
Actividades
· Yoga
· Meditación
· Wim Hof
· Temascal
· SUP
· Surf
Servicios
Chef Privado
Itinerario
Atractivos