POR ÁNGELES SMART
FOTOS GUSTAVO GRASSANO | ALEX ZIMMERMANN
Fedra Roberto baila dese casi siempre, desde que tiene memoria. Estudio, viajó, produjo. Hoy, además, es docente en la Universidad Nacional de Río Negro. “Para mí el arte es moverme, transformar la realidad. Cada obra es una propuesta de cambiar al mundo, cada paso es una nueva creación”, dice. Se corre el telón.
Durante muchos siglos, para la teoría, la estabilidad fue sinónimo de plenitud. El cosmos, con sus cambios y mutaciones, sólo participaba de la idealidad en cuanto arribaba a la quietud que la perfección otorga; pero inmediata e indefectiblemente era arrebatado por un nuevo desequilibrio que lo obligaba a ponerse en movimiento en busca de un subsiguiente estado estático. Pero, si nos sinceramos, sabemos que la realidad va por otro lado. Infatigable en su marcha, arrasado por vendavales y obedeciendo a impulsos y fuerzas inmanentes, el mundo no deja de gritarnos que la movilidad es sinónimo de vida.
Cuando Fedra Roberto, desde siempre bailarina y docente, tiene que describir cómo descubrió su gran pasión no deja de hacer mención de esa experiencia primordial. “Es un bicho interno, una necesidad imperiosa e irresistible de movimiento, ¿cómo empezás a bailar? Empezás bailando. Yo le hacía shows a mamá con el tocadiscos para convencerla hasta que me llevó a una profesora del Colón que tenía una escuela de danzas clásicas, pero el ballet, desde el inicio, no fue lo mío”. Ahí comenzó su formación y búsqueda. Suele decir que pertenece a la danza contemporánea por generación y por tradición pero la institucionalización de la misma, en nuestro país, tuvo una larga gestación y no le hizo fácil el encuentro del lugar adecuado. A los 13 años quiso ingresar al Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín pero no cumplía con la edad mínima.
Era la época del esplendor de los estudios particulares de los grandes pedagogos, así que a la par que finalizaba el secundario y asistía a la Escuela Taller de Danza Contemporánea de Margarita Bali, también asistía a los talleres de Alejandra Neglia, Graciela Concado, Renate Schotelius, Ana María Stekelman, Gian Carlo Bellini y al estudio “Ronda” de Ana Itelman, dando finalmente con la que considera su gran maestra de Técnica Graham, Cristina Barnils. “Muchos de mi edad, nos formamos tomando clases en distintos estudios –cuenta con bastante nostalgia- salíamos de una clase y a la media hora teníamos que estar en la siguiente en la otra punta del centro, en Buenos Aires. Nos metíamos ocho en un solo taxi, con los bolsos y hacia allá íbamos. Las clases eran con el maestro de música presente. Nadie se olvida del pianista Aníbal Zorrilla, con quien aprendíamos música y ritmo a la vez que nos perfeccionábamos en la danza”.
Estuvo en Europa, en Ginebra, tomando clases con la maestra Noemí Lapzeson, quien había estudiado en Estados Unidos con Martha Graham y también había fundado la Escuela de Graham en Londres. Todas las clases de Fedra están signadas por el sonido del tambor que ella misma toca y que tomó de Lapzeson. Esto le posibilita no estar obligada a utilizar música reproducida tecnológicamente, preservando, de este modo, algo de la atmósfera de aquellas clases donde un maestro tocaba el piano que, siguiendo a Walter Benjamin, podríamos llamar “en presencia aurática”. Después de Ginebra fue el turno de Alemania. Allí tomó clases con el Folkwang Tanz Studio, el ballet de la Folwang Hoschule Essen, donde maestros como Malou Airado, Dominique Mercy, Lutz Föster, Raffaella Giordano impartían clase, recibiendo la impronta del neoexpresionismo de Pina Bausch y la Escuela Alemana.
Vuelta definitivamente a la Argentina comenzó su nueva etapa como directora y profesora de Danza Contemporánea (Técnica Graham y composición) en los estudios de Ana Deutsch, Roxana Grinstein, Epuyén y en la Ma. Ruanova (hoy Instituto Universitario Nacional de Arte, IUNA), siendo también asistente de Cristina Barnils. Siguió ejerciendo la dirección y la docencia cuando se vino a vivir a Bariloche. Tanto su obra Tregua (en la que no sólo dirige sino también se sube al escenario con el actor Julio Benítez) como La Rosca (interpretada por la bailarina clásica Amanda Ballero) rompen los límites de la danza y se transforman en representaciones de danza-teatro donde las fronteras disciplinares han perdido su razón de ser. Ahora como docente de Entrenamiento Corporal II en las carreras de Licenciatura de Arte Dramático y Profesorado en Teatro de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), su diálogo con el teatro se ha institucionalizado. “Si en mis inicios –confiesa- hubiera conocido el Teatro Antropológico hoy tal vez sería más actriz que bailarina. En mis alumnos de Teatro encuentro esa libertad y soltura que a veces falta en la danza. La voz y el gesto les sirven para expresarse. ¡No tienen miedo al ridículo como sí lo tenemos los bailarines! ¡Me encanta la espontaneidad con la que encaran el arte!”.
Ahora prepara – junto con otros profesores de la UNRN, el representante del Instituto Nacional de Teatro en Río Negro, Héctor Segura, y las áreas de Cultura de la Municipalidad y de la Nación- el “013 Danza-Teatro: Encuentro de pensamiento, reflexión y práctica teatral” que se hará en el mes de noviembre y contará con la presencia de compañías de Costa Rica, México, Alemania, Buenos Aires y Bariloche. El Teatro Físico, el Teatro con bailarines y la Danza Contemporánea que incorpora actores serán algunos de los temas que motivarán la reflexión y el diálogo.
No le fue fácil avanzar y ser pionera en la Patagonia de un arte que ni en las grandes capitales es masivo, pero siempre fue hacia adelante: dando clases, cuidando hijos, viajando, estudiando, leyendo o bailando. “Para mí el arte es moverme, transformar la realidad. Cada obra es una propuesta de cambiar al mundo, cada paso es una nueva creación. Hoy aprendí que las experiencias que valen la pena son las que te transforman, las que te obligan a salir de aquellos lugares de estancamiento.
Mi próximo movimiento me gustaría que fuera hacia el humor, incorporar algo de la liviandad propia de estos tiempos y que no estaba en la época de mis inicios”.
Permaneciendo fiel a sus principios estéticos innova y ensaya caminos, experimenta, compone y prueba. Infatigable en su marcha, arrasada por vendavales y obedeciendo a impulsos y fuerzas inmanentes, como siempre y al ritmo del mundo, Fedra se sigue moviendo.
Fedra Roberto – Buenos aires, 1969
CREACIONES:
- Rhytmus Therapius, Suiza, 1993
- Historia de Klara, Argentina, 1996
- La Intimidad, Argentina, Costa Rica. Ganadora del Subsidio Antorchas a la Creación Artística 1997
- Inhóspito, Argentina, 1999/ 2000
- Tregua, Argentina, 2010
- La Rosca, Argentina, 2012
Fedra Roberto (Buenos Aires, 1969)
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