POR MARTÍN ZUBIETA
LA DANZA DE LA GAVIOTA.
Andrea Camilleri. Salamandra, Barcelona, 2012.
Ya no es novedad que Andrea Camilleri (1925) y su extraordinario personaje, el comisario Salvo Montalbano, “están de vuelta” y no requieren de prólogo alguno. Tampoco es indispensable anotar que se trata de un policía cultísimo, de un lector ávido y de un amante “oficial” de la buena gastronomía italiana. Ni siquiera es necesario recordar que sus aventuras transcurren en Vigata, una ciudad que nunca existió, que se ubica en una provincia, Montelusa, que tampoco existió jamás. Más allá de toda circunstancia, la décima novela del comisario (que se acerca a los sesenta años) responde a todas las expectativas, las del género y las de la saga en particular. Montalbano es una estrella y así como en La edad de la duda había soñado su propia muerte y sus propios funerales, en La danza de la gaviota todo comienza con una danza macabra. Desde su casa en la playa ve morir una gaviota y sus estertores le hacen conjeturar una escena de baile programada y ensayada. El acontecimiento lo perturba constantemente y la trama lo enfrenta con varias situaciones complejas: las metáforas que generan ciertas imágenes, las mujeres, su edad y la desaparición del inspector Fazio, uno de sus más directos colaboradores. Si Fazio no ofrece señales de vida, la situación es preocupante. Y allí están Montalbano y toda la comisaría de Vigata para desenrollar la madeja, que presumiblemente es mucho más compleja. Camilleri logra que todo tenga sentido.
EL ÚLTIMO COYOTE.
Michael Connelly. Rocaeditorial, Buenos Aires, 2013.
La acción supone retroceder bastante en la producción de Michael Connelly (1956), que era periodista y debido a su pasión por Raymond Chandler y Philip Marlowe, decidió dedicarse a la novela negra. El argumento ubica al lector en Los Ángeles, luego del terremoto de 1994 (el texto original es de 1995) y al detective Harry Bosch en uno de sus peores momentos: su casa está destruida, su novia lo ha abandonado y él está de licencia obligatoria porque el Departamento de Policía decidió darle descanso por una caótica situación de stress: Bosch, que siempre ha tenido problemas con las reglas pese a no cruzar jamás la línea imaginaria que separa el bien del mal, en un ataque de furia no tuvo mejor idea que golpear a su jefe. Por eso “está de baja” y debe ir al psicólogo. La situación lo enoja. Pero cumple. Y decide, una vez más, no respetar algunas normas internas e ir “por la suya”. En su tiempo libre, que es todo, rescatará del olvido el crimen de una mujer, el asesinato de su propia madre, que había sucedido en 1961. Harry Bosch (su nombre en realidad es Hieronymus Bosch, como el pintor holandés) sabe todo: sabe que su madre era prostituta y que la mataron en un callejón. Sabe quiénes fueron los inspectores que se ocuparon del caso. Uno de ellos está muerto. Uno de ellos era corrupto. Uno de ellos fue hasta el orfanato a decirle al pequeño Harry que su madre había muerto. Toda la angustia de Harry Bosch en una black novel casi perfecta.
EL REDENTOR.
Jo Nesbo. RBA, Barcelona, 2012.
El detective Hary Hole continúa siendo el de siempre. Y lo más extraordinario de Hole es eso, que es sumamente imperfecto y humano. No puede, ocasionalmente, ni con su genio ni con sus adicciones, que la mayoría de las veces finalizan en una borrachera con whisky (Harry toma del bueno cuando descarrilla) y con un cenicero abarrotado de colillas. Hole, brillante, sabe que él es su principal enemigo. El fantasma de Ellen, su compañera muerta, no lo abandona jamás. La imagen de Tom Waaler, su enemigo íntimo, el policía corrupto que él descubrió, tampoco. Su antiguo jefe, Bjarne Møller, ha sido trasladado al norte, a Bergen. Una noche helada de diciembre, casi “a contramano” de los preámbulos navideños de Oslo, en medio de las reuniones habituales que para la época realiza el Ejército de Salvación noruego, resuena un balazo. Un hombre muere. El disparo en la cabeza fue certero, perfecto, digno de un profesional. La asepsia es casi quirúrgica. Su biografía lo corroborará. Sin embargo, se trata del hombre equivocado. Tenía que ejecutar a alguien del Ejército de Salvación. Pero a otro. Ahora hay un asesino dando vueltas que sabe de su error y es persistente. Las pruebas son casi inexistentes. La única certeza es que si Hole no se mueve rápido, habrá otro crimen en algún rincón de Oslo. Jo Nesbø (1960) y Harry Hole otra vez geniales (Petirrojo, Némesis y La estrella del diablo son las novelas anteriores del dúo).