FOTO FRANCISCO BEDESCHI
En medio de varios delirios y demasiadas atrocidades, Argentina y Chile casi van a la guerra en 1978 por el diferendo por el Canal de Beagle, que se resolvió en 1984 con la firma del Tratado de Paz y Amistad entre ambos países. El acuerdo contó con la mediación del papa Juan Pablo II, después de que la Argentina declarase nula la mediación de la reina Isabel II de Inglaterra en 1977. Luego, el tratado fue ratificado a partir de un plebiscito planteado por el presidente Raúl Alfonsín. Más allá de los vericuetos diplomáticos, los cierto es que la guerra entre la Argentina del dictador Jorge Rafael Videla y el Chile del dictador Augusto Pinochet estuvo a horas de declararse el 22 de diciembre, lo que hubiese significado una tragedia (otra, además de las que padecían cotidianamente) para los dos pueblos. Los soldados estaban allí, pertrechados a ambos lados de la Cordillera de los Andes, sintiéndose absurdamente mejores los unos por sobre los otros (ambos fueron los “unos” y ambos fueron los “otros”). La imagen pertenece a los cercanías de Punta Arenas, en Chile, en la Región de Magallanes. Y es más que elocuente. Todavía el pasado está presente. Se calcula que a los largo de la frontera cordillerana entre Argentina y Chile hay unas 50 mil minas desperdigadas. Encontrarlas y desenterrarlas cuesta un gran trabajo y una “pequeña” fortuna, un verdadero dineral. Para instalarlas sólo hizo falta un soldado (de aquí o de allá, da lo mismo), una pala y una dosis notable de mesianismo. ■