Canale, el apellido, significa de inmediato toda una inmensa tradición no sólo dentro de la industria vitivinícola argentina y patagónica a partir de la Bodega Humberto Canale: también ha sido sinónimo, en sus muchas variantes, de la industria alimenticia nacional por años.
El Alto Valle de Río Negro es ideal para producir vinos de gran calidad y Humberto Canale, en este sentido, ostenta una producción anual que supera con creces el millón de botellas, muchas de ellas con destino de exportación hacia distintos países de Europa, México, los Estados Unidos y Canadá, entre otros lugares alrededor del mundo. Pero alguna vez, como siempre, existió un principio, en una historia que comenzó a finales del siglo XIX, cuando productores de aguda visión importaron todo lo necesario como para desarrollar en la región una vitivinicultura relevante.
La bodega fue fundada en 1909 por el ingeniero Humberto Canale, quien jugaría un rol preponderante y fundamental para el desarrollo de la industria del vino en este rincón de la Patagonia. Fue Humberto Canale quien, de esta manera, contribuyó decididamente a modificar el destino de estos valles, con lo cual no sólo colaboró para crear un nuevo polo vitivinícola en el país, sino que además alertó respecto a las posibilidades que ofrecía el clima y el suelo del lugar como favorables a la producción de vinos.
Muchos años después los herederos continúan con la tradición, aportando la indispensable cuota de tecnología a las múltiples sabidurías y conocimientos artesanales que se transmiten de generación en generación en el ADN de cada Canale que se dedica a la elaboración de buenos vinos. El ingeniero Guillermo Barzi Canale es quien se encarga en la actualidad de conducir los destinos de la empresa, algunos de cuyos números no dejan de impresionar, ya que la capacidad de almacenaje de la bodega alcanza los 3.200.000 litros (más de la mitad se guarda en cubas, barricas y toneles de roble francés y americano).
La Bodega Humberto Canale produce distintos cepas (Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Merlot, Malbec, Cabernet Franc, Sauvignon Blanc, Semillón, Torrontés y Viognier). El Semillón, el Merlot, el Viognier y el Pinot Noir, han desarrollado en el Alto Valle características únicas; el Merlot, cuya elaboración se realiza a través de maceraciones lentas y prolongadas, es un vino de un color intenso y con gran temperamento; el Semillón demostró ser ideal para el Alto Valle y el de Humberto Canale, particularmente, ha sido ubicado entre los mejores blancos argentinos por los expertos en la materia.
La línea de productos de alta gama de la bodega son los Marcus Gran Reserva, en sus varietales Malbec, Merlot, Cabernet Franc y Pinot Noir. Se trata de vinos de excelencia caracterizados, en principio, por la antigí¼edad de los viñedos, la selección de las uvas, el pormenorizado proceso de elaboración. La crianza se realiza por un período que va de los 10 a los 14 meses en barricas de roble francés y sus cualidades más notables son los colores intensos y los aromas frutados y profundos, además de su largo y particular final en boca.

De colonos y vides
El Alto Valle, regado por los ríos Limay, Neuquén y el tributario de ambos, el Río Negro, es el motor del desarrollo de la Patagonia Norte. La colonia agrícolaGeneral Roca (1884) – la más extensa e importante – surgió a partir de un fuerte de avanzada que se levantó a pocos kilómetros del río en 1879. La historia cuenta que allí se asentó un grupo de colonos alemanes, quienes plantaron las primeras vides del lugar. Este relato compite por la verdad con otro que tiene a los padres salesianos como responsables de haber traído, junto con los Evangelios, los primeros árboles frutales. También se ha dicho que fueron generales y soldados de las tropas de Julio Argentino Roca quienes acercaron las primeras remesas de sarmientos desde las tierras cuyanas de San Juan.
Lo cierto es que unos y otros constataron que la viña crecía vigorosa y en poco tiempo ofrecía sus frutos, cual ambrosía, a los austeros y sufridos colonos.
En el Archivo Histórico de Viedma se conservan documentos que dan fe de la existencia en el Alto Valle de 848 parras de tres y cuatro años en el año 1896.
En 1905, la cifra trepaba a 31 hectáreas, antes de que los cultivos de vid comenzaran a desarrollarse con más vigor a partir de 1907, luego de constituida la Cooperativa de Irrigación Colonia General Roca. –